Hay edificios emblemáticos que, cuando se rehabilitan, parece que siempre han estado ahí luciendo como el primer día. Sin embargo, a veces hay que echar la mirada atrás para apreciar el cambio que producen en su entorno. La iglesia de San Agustín es una de estas joyas de Málaga que pasan a veces desapercibidas para el malagueño, pero su arreglo ha propiciado que se recupere la calle del mismo nombre y sede del Museo Picasso.
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